relatos de terror/horror
INSTINTO
Aún sobrecogida como si le diera miedo entrar en su propia casa, Sara gira la llave en la cerradura con mano temblorosa, abre la puerta y da el primer paso hacia el recibidor en penumbra. Hoy al final le han metido el terror en el cuerpo, y aunque siempre ha sido escéptica en temas paranormales ahora no puede dejar de pensar en la historia de Yasmina. Por otra parte, ya anochece al otro lado de la ventana y la magia de esta hora violeta, tan tenue que parece de otro mundo, hace estragos en la imaginación y no ayuda a pensar "no creo en monstruos". Entre tú y yo, hay veces que a la caída de la noche las sombras tienen ojos, y uno siente que todo -más aún lo inexplicable- parece posible. Algunos llaman "sexto sentido", "intuición" o "miedo irracional" a esta certeza; yo prefiero llamarlo "instinto".
--¿Hola?--aún en el hall, Sara eleva un poco la voz, deseando que al menos o Pipa o Georgina -sus dos compañeras de piso- estén en casa.
--¡Ey!--contesta alegremente la voz de Pipa desde algún lugar escaleras arriba--¡ahora mismo bajo!
Buf. Sara deja escapar un suspiro de alivio y se apoya contra la puerta cerrada, menos mal que Pipa está ahí. Se la oye moverse por el pasillo en la planta de arriba, de un lado para otro, taconeo va, taconeo viene.
A esta hora, Georgina ya se habrá marchado a su pueblo para pasar el fin de semana con su familia, como siempre, y Pipa estará haciendo la maleta aunque no tiene pueblo al que ir, porque su novio está solo en casa de viernes a domingo. Sí, Sara recuerda que Pipa se lo dijo. Todo está normal, aunque, para su desgracia, a Sara le tocará pasar la noche sola en casa después de la historia referida por Yasmina y eso iba a ser una gran putada.
--Menos mal que estás, Pip, aunque sea por un rato...--admite Sara, acercándose a la escalera. Va a subir para saludar a Pipa y cambiarse de ropa, pero se lo piensa mejor. De repente le apetece (necesita) algo dulce, pero ya--creo que... voy a hacer chocolate caliente, ¿te apetece?
Chocolate caliente, eso vendría de miedo para el mal cuerpo que trae ahora; no te lo creerás pero hasta se siente mareada por toda esa mierda de oui-jas e invocaciones, maldita sugestión.
--¿Oh? Claro, un segundo...--Pipa arrastra algo pesado por el pasillo en la planta de arriba, con esfuerzo a juzgar por su voz entrecortada. Siempre lleva ochenta y cuatro mil millones de cosas en la maleta aunque se vaya para sólo dos días, y esta vez no parece ser una excepción. Eso contando con que la colección de zapatos de tacón va aparte en otra bolsa, un saco forrado con el mismo estampado de rosas que verías en la tapicería del sofá de una señora mayor. Con razón parece que arrastra un muerto ahora--¿Qué te pasa? te noto la voz rara.
Sí, realmente Sara había sonado asustada. Bueno, es normal.
--Nada. Yasmina. Oye, ¿Necesitas ayuda ahí arriba?
--¿Yasmina?
--Sí...--Sara se dirige a la cocina americana del pequeño duplex. Desde allí tiene vistas a las escaleras y puede comunicarse con Pipa sin levantar la voz apenas--creo que le pasa algo. Se le va la cabeza.
--¿Oh?--más ruido de maletas en la habitación de Pippa.
Sara saca el bote de cacao en polvo de un armarito, lo abre, lo huele. Le encanta meter la nariz y oler el cacao en polvo, tal vez ahora incluso le tranquiliza en cierta forma.
--Bueno, esa historia que cuenta desde hace un par de días da escalofríos. Ya sabes... sobre... --Sara frunce el ceño, es todo tan alocado que le resulta raro oirse a sí misma hablando de ello--sobre un... "demonio".
Desde arriba se escucha la carcajada de Pipa y luego un grifo abierto mientras ésta se lava las manos.
--Ah. Eso.
--Ya, Pip... no tiene gracia. Tenías que haber visto su cara, ella LO CREE de verdad. Cada vez está más...obsesionada con el tema. Me da miedo.
Se hace el silencio por un momento en la planta de arriba mientras Pipa termina de acomodar sus cosas, solo pequeños detalles pues ya tiene casi todo a punto.
--Yas dice que ese demonio persigue a la gente...--prosigue Sara, enfrascada en la preparación del chocolate--también dice que imita a las personas, como si tuviera... un mecanismo mimético de depredador. Un demonio que toma el aspecto de cualquiera que conozcas: su forma de moverse, su voz, todo para asegurarse de que no huirás cuando intente atraparte.
En la planta de arriba, Pipa esboza una sonrisa y menea la cabeza.
--Por favor. No me digas que te lo has...
--Pues no, Pip. No, no me lo creo--(mentira)-- pero... pero por un momento me hizo dudar, ¿sabes? Su cara...--Sara tragó saliva y removió el denso líquido en la olla, se siente un poco tonta de repente, como una niña pequeña asustada por un mal sueño--Yasmina estaba... tan asustada. Todo fue por una maldita ouija que hicieron en el garaje de Leo y...
>>HEY, OH!...>> Es el tono de llamada del móvil de Sara, esta canción de Red Hot Chilly, "Snow".
--Un momento, Pip...
Sara no tarda ni medio segundo en sacar el teléfono del bolso. Sus ojos se quedan por un momento fijos en la pantalla y su corazón da un bote hasta su garganta:
<<Pɪᴘᴀ ʟʟᴀᴍᴀɴᴅᴏ>>
¿Qué demonios? Cuando por fin reacciona y contesta, se le hiela la sangre al escuchar la voz de la propia Pip:
--Sara!! oye cariño, LO SIENTO, estoy en casa de Leo pero volveré en cuanto pueda...
La voz de Pip es un zumbido ahora en el oído de Sara. En la planta de arriba, algo que se parece mucho a Pipa sonríe y comienza a bajar las escaleras. Se ha comido el cadáver de Georgina (y cómo pesaba!) pero AÚN tiene HAMBRE.
--¿Hola?--aún en el hall, Sara eleva un poco la voz, deseando que al menos o Pipa o Georgina -sus dos compañeras de piso- estén en casa.
--¡Ey!--contesta alegremente la voz de Pipa desde algún lugar escaleras arriba--¡ahora mismo bajo!
Buf. Sara deja escapar un suspiro de alivio y se apoya contra la puerta cerrada, menos mal que Pipa está ahí. Se la oye moverse por el pasillo en la planta de arriba, de un lado para otro, taconeo va, taconeo viene.
A esta hora, Georgina ya se habrá marchado a su pueblo para pasar el fin de semana con su familia, como siempre, y Pipa estará haciendo la maleta aunque no tiene pueblo al que ir, porque su novio está solo en casa de viernes a domingo. Sí, Sara recuerda que Pipa se lo dijo. Todo está normal, aunque, para su desgracia, a Sara le tocará pasar la noche sola en casa después de la historia referida por Yasmina y eso iba a ser una gran putada.
--Menos mal que estás, Pip, aunque sea por un rato...--admite Sara, acercándose a la escalera. Va a subir para saludar a Pipa y cambiarse de ropa, pero se lo piensa mejor. De repente le apetece (necesita) algo dulce, pero ya--creo que... voy a hacer chocolate caliente, ¿te apetece?
Chocolate caliente, eso vendría de miedo para el mal cuerpo que trae ahora; no te lo creerás pero hasta se siente mareada por toda esa mierda de oui-jas e invocaciones, maldita sugestión.
--¿Oh? Claro, un segundo...--Pipa arrastra algo pesado por el pasillo en la planta de arriba, con esfuerzo a juzgar por su voz entrecortada. Siempre lleva ochenta y cuatro mil millones de cosas en la maleta aunque se vaya para sólo dos días, y esta vez no parece ser una excepción. Eso contando con que la colección de zapatos de tacón va aparte en otra bolsa, un saco forrado con el mismo estampado de rosas que verías en la tapicería del sofá de una señora mayor. Con razón parece que arrastra un muerto ahora--¿Qué te pasa? te noto la voz rara.
Sí, realmente Sara había sonado asustada. Bueno, es normal.
--Nada. Yasmina. Oye, ¿Necesitas ayuda ahí arriba?
--¿Yasmina?
--Sí...--Sara se dirige a la cocina americana del pequeño duplex. Desde allí tiene vistas a las escaleras y puede comunicarse con Pipa sin levantar la voz apenas--creo que le pasa algo. Se le va la cabeza.
--¿Oh?--más ruido de maletas en la habitación de Pippa.
Sara saca el bote de cacao en polvo de un armarito, lo abre, lo huele. Le encanta meter la nariz y oler el cacao en polvo, tal vez ahora incluso le tranquiliza en cierta forma.
--Bueno, esa historia que cuenta desde hace un par de días da escalofríos. Ya sabes... sobre... --Sara frunce el ceño, es todo tan alocado que le resulta raro oirse a sí misma hablando de ello--sobre un... "demonio".
Desde arriba se escucha la carcajada de Pipa y luego un grifo abierto mientras ésta se lava las manos.
--Ah. Eso.
--Ya, Pip... no tiene gracia. Tenías que haber visto su cara, ella LO CREE de verdad. Cada vez está más...obsesionada con el tema. Me da miedo.
Se hace el silencio por un momento en la planta de arriba mientras Pipa termina de acomodar sus cosas, solo pequeños detalles pues ya tiene casi todo a punto.
--Yas dice que ese demonio persigue a la gente...--prosigue Sara, enfrascada en la preparación del chocolate--también dice que imita a las personas, como si tuviera... un mecanismo mimético de depredador. Un demonio que toma el aspecto de cualquiera que conozcas: su forma de moverse, su voz, todo para asegurarse de que no huirás cuando intente atraparte.
En la planta de arriba, Pipa esboza una sonrisa y menea la cabeza.
--Por favor. No me digas que te lo has...
--Pues no, Pip. No, no me lo creo--(mentira)-- pero... pero por un momento me hizo dudar, ¿sabes? Su cara...--Sara tragó saliva y removió el denso líquido en la olla, se siente un poco tonta de repente, como una niña pequeña asustada por un mal sueño--Yasmina estaba... tan asustada. Todo fue por una maldita ouija que hicieron en el garaje de Leo y...
>>HEY, OH!...>> Es el tono de llamada del móvil de Sara, esta canción de Red Hot Chilly, "Snow".
--Un momento, Pip...
Sara no tarda ni medio segundo en sacar el teléfono del bolso. Sus ojos se quedan por un momento fijos en la pantalla y su corazón da un bote hasta su garganta:
<<Pɪᴘᴀ ʟʟᴀᴍᴀɴᴅᴏ>>
¿Qué demonios? Cuando por fin reacciona y contesta, se le hiela la sangre al escuchar la voz de la propia Pip:
--Sara!! oye cariño, LO SIENTO, estoy en casa de Leo pero volveré en cuanto pueda...
La voz de Pip es un zumbido ahora en el oído de Sara. En la planta de arriba, algo que se parece mucho a Pipa sonríe y comienza a bajar las escaleras. Se ha comido el cadáver de Georgina (y cómo pesaba!) pero AÚN tiene HAMBRE.